Wednesday, September 21, 2005

UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS

Diálogos con un sobreviviente comienza a extender su mensaje de rescate de la memoria.
Hoy sumamos el artículo de un pensador, académico, compañero de ruta, Patricio Orellana, con quien compartimos una común visión sobre la ética pública.

EL DILEMA ÉTICO DE CHILE
(To be or not to be, that is not the question, the question is to do)

Patricio Orellana Vargas
Profesor de la Universidad de Chile
patoorellana@vtr.net
www.probidadenchile.cl


El príncipe de Dinamarca dudó largo tiempo para resolver el dilema ético. Pero lo más difícil no es resolver el conflicto de elegir una opción, sino que lo más terrible es lo que se hace después: actuar y ser capaz de seguir la opción definida, con las consecuencias que ello implica.

La primera aproximación.
La primera aproximación al dilema ético es entenderlo como la elección entre lo correcto y lo incorrecto. Pero si así fuere bastaría con tener establecidos los principios y valores que rigen la vida del que está en el dilema y aplicarlos al caso específico, construyendo la elección coherente.

Al parecer no es una tarea difícil cuando se tienen claros los principios y valores. Lo difícil es el paso siguiente: llevar a cabo la elección asumida. Aquí está la consecuencia. Llevar a cabo la solución adoptada provocará reacciones de algún tipo en los afectados y su entorno y sin duda será muy difícil de ejecutar, excepto en cosas sencillas. Por eso sostenemos que el dilema de Hamlet, príncipe de Dinamarca, “to be or not to be”, en el caso chileno es esencialmente el “to do”.

La complejidad.
Para algunos autores, el dilema no existe en el caso anterior, sino que se configura cuando hay que elegir entre dos opciones correctas.

Evidentemente aquí la tarea es simplificar para llegar a la primera aproximación. ¿Acaso una de las soluciones sólo en apariencia es buena y en el fondo es mala? ¿Acaso una de las soluciones en menos buena que la otra? La lógica es transformar las opciones en alternativas, considerando que las opciones pueden ser muchas, en cambio la alternativa es una u otra, sin más variantes.

El dilema sólo se resuelve llegando a la simplificación de la primera aproximación y nuevamente se plantea el problema de la consecuencia, es decir, la subordinación de la acción a la elección ética.

Otros enfoques en el dilema de dos opciones correctas.
Algunos autores sugieren otro método en el caso de la elección entre dos opciones correctas y adoptan varios enfoques que pueden ser diferentes o integrarse: analizar las consecuencias de la selección, utilizar los principios morales sociales o enfocarlo subjetivamente.

Analizar las consecuencias es inspirarse en la ética de las responsabilidades de Weber, cuyo primer paso es decidir cual es la opción ética y el segundo construir la situación resultante de esa opción, esta situación puede involucrar otros factores no considerados y provocar un mal mayor, por lo cual esta solución, generalmente lleva a la inacción, ya que pueden imaginarse cadenas de reacciones difíciles de controlar.

Considerar los principios morales sociales no difiere mucho de lo planteado en la
primera aproximación, pero exige que el sujeto comparta esos principios. Si no los comparte, la situación pasa a otro nivel y genera otros conflictos éticos que lo llevan a la tarea de construir los principios que guían la vida.

El subjetivismo es considerar cómo se sentiría el sujeto si estuviera en la condición del hechor del acto enjuiciado. Es responder a la pregunta ¿Qué me gustaría que me hicieran a mí si estuviera en el caso del afectado?

Esta es una especulación imaginativa, ya que ponerse en la piel de otro es imposible porque es como entrar en un universo distinto. Además la conclusión que el sujeto elabore de cómo se sentiría él en esa situación puede ser totalmente distinta a como se siente el hechor en la situación real. Este método requiere dos viajes imposibles, el primero al interior de otra persona y el segundo a la compleja relación del otro con una situación específica.

El trilema.
La otra solución hipotética en el caso del dilema de dos elecciones correctas es construir una tercera opción que conjugue en un equilibrio perfecto con los elementos más positivos de las dos elecciones. Esta solución conduce a lo que se llama el mal menor y necesariamente implica abandonar algunos principios en pro de un pragmatismo menos arriesgado.

Sin embargo, también existe la posibilidad de resolver un dilema ético con dos soluciones igualmente válidas, caso en el cual las dos soluciones constituyen una unidad lógica, ya que no pueden ser contradictorias, aunque sean distintas.

El dilema como duda.
El breve análisis anterior nos lleva en muchos casos a una situación de duda y como dice el refrán “ante la duda, abstente“. Pero esta solución simplemente nos lleva al punto inicial del dilema. No se ha resuelto, pero, si se analiza detenidamente se ha tomado una determinación: no actuar. Es decir se ha llegado a la consecuencia del dilema, que es la coherencia de actuar y la ha transformado en el no actuar, que es incoherente con cualquiera solución, ya que ésta no se alcanzó. De esta manera se cae en el barranco del irracionalismo.

La autonomía de la ética.
Esto lleva a cuestionarse muchos mitos que invaden la ética. Se dice por ejemplo: “no mires para atrás si no quieres seguir la suerte de la mujer de Lot”; “si te abofetean, coloca la otra mejilla”; “el que se sienta libre de pecado, que lance la primera piedra”, “no hay que juzgar”; “hay que perdonar”; ”el que nada tiene, nada tendrá y el que tiene, abundará” etc. Estos principios provienen de la religión y en su ámbito son muy respetables y conllevan amor y humildad. Pero la ética no es religión, aunque hay éticas derivadas y dependientes de la religión. Pero en su esencia la ética tiene que ser autónoma, la ética heteronómica o impuesta es simplemente una proyección de una religión o una doctrina en el ámbito independiente de la ética y anulan cualquier proceso racional, ya que antes de conocer el problema existe la solución: perdonar, olvidar, no juzgar, etc.

Naturalmente que las religiones han aportado muchos valores y principios a la ética, basta recordar el principio de la integridad de la persona que data de San Agustín, pero es erróneo subordinar la ética a la religión: cada cual debe tener su autonomía que en muchos caos no traerá contradicciones.

De esta manera se anula la ética ya que es la ciencia de encontrar el bien y diferenciarlo del mal. Con los principios religiosos señalados ya se sabe cuál es el bien y cuál es el mal. Y se ha agotado la ética.

El dilema de Platón.
Platón presenta el siguiente dilema: un amigo presta a otro un arma, poco después el propietario del arma decide matar a una persona y para hacerlo, le pide devuelta el arma a su amigo. Este dilema parece que ha inspirado los juegos de prisioneros y los calabozos que están tan de moda actualmente como juegos de dilemas, los que en general son una aberración ética.

En el caso específico del dilema de Platón, puede usarse el análisis siguiente, derivado de lo expuesto antes: El dilema no es cumplir o no cumplir la promesa de devolver el arma. La situación es otra: ser o no ser cómplice de un asesinato. Analizado así el dilema inicial confuso se transformó en un dilema simple: acudir a los principios y uno de los principales debería ser el respeto a la vida. Naturalmente se pueden hacer otras consideraciones históricas absurdas: la vida de un esclavo no es valiosa, el crimen puede ser justificado por razones patrióticas, familiares, etc., pero todos estos factores no están explícitos en el dilema y no se nos puede pedir ponernos en la situación del siglo V AC.

Los valores y principios.
Lo argumentado hasta aquí nos lleva a que la solución de cualquier problema ético exige la construcción de los principios. Sócrates, presenta por primera vez en la historia de la humanidad un método para encontrar esos principios en el interior de uno mismo, a través de la introspección, del diálogo, el apoyo de un maestro, la ironía y la mayéutica. Otro gran paso en este sentido es la formulación de los imperativos categóricos construidos según el método formalista de Kant

De esta manera, o por otros procedimientos se llega al mundo del deber ser que está poblado de principios. Si tenemos construido ese mundo y nos es accesible, tendremos los principios que nos resolverán los dilemas éticos. Evidentemente que los dilemas sólo se podrán resolver en la medida que estos principios estén en escalas que establezcan jerarquías.

Este mundo de principios es personal sólo en la medida en que es universal, de otra manera sería una compleja relatividad que dependería de cada uno. La ética siempre ha intentado eliminar el relativismo del razonamiento humano, de manera que los métodos indicados consideran elementos tales como el concepto de “parlamento universal”, no en el sentido de un parlamento real, sino de universalidad. Ésta es la ética de los principios que se opone al relativismo y al pragmatismo weberiano y tanto Sócrates como Kant concluyen que lo esencial es la “praxis ética”, es decir actuar de acuerdo a los principios.


La Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La culminación de la ética es sin duda la mencionada Declaración. Esta Declaración es la confluencia de la ética y del derecho. Genera un cambio en ambas disciplinas, por una parte logra la universalización, requisito siempre presente en todas las escuelas éticas y a su vez supera la internacionalización del derecho, que se centraba en las relaciones entre los estados, cambiándolo al ámbito central de la persona humana, a la cual el Estado debe servir. Esto es lo que se denomina universalización del derecho y conlleva el desarrollo del derecho humanitario.

Siguiendo la vieja tradición ética de humanismo y universalidad, la Declaración reconoce los derechos en función de la naturaleza humana: “La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

También, siguiéndola tradición ética, la Declaración acoge muchos principios desarrollados por las religiones, pero no ya en ese marco, sino como un acuerdo de la humanidad

El dilema ético de los derechos humanos
Chile enfrenta desde hace años el dilema ético de las violaciones a los derechos humanos: ¿Justicia o impunidad?

Parece evidente que la justicia es la única elección correcta y se puede presumir que habría un consenso universal o nacional en este tema.

Sin embargo, ha existido una increíble habilidad para eludirlo. Se ha ido variando desde posiciones extremas hasta llegar a aproximaciones y exaltación de elementos no éticos.

EL MERCURIO, donde hacía sus elaboraciones intelectuales el actual candidato de la derecha, Sr. Lavín, fue el encargado de diseñar y publicitar todas estas campañas de negación y confusión.

Inicialmente la Dictadura negó rotundamente estas violaciones, simplemente no existían y así se aseguró en las respuestas a los numerosos habeas corpus presentados a las Cortes de Apelaciones.

En seguida, ante el estupor internacional, aseguró que estas violaciones eran difamaciones de una campaña mundial del marxismo-leninismo.

Frente a los casos de detenidos desaparecidos fue desarrollando variadas estrategias: no existían tales casos, no existían las personas desaparecidas, existían las personas pero estaban disfrutando de un exilio dorado en Moscú o París. Finalmente se acuñó el término “presuntos desaparecidos”. Incluso se financió la creación de periódicos extranjeros que sostuvieron la tesis que los detenidos desaparecidos estaban muertos a consecuencias de guerras internas del movimiento popular, hasta que finalmente, después de 25 o más años no le quedó otra opción que reconocer estas situaciones.

Algo parecido ocurrió con los ejecutados arbitrariamente: no existieron, después fueron muertos por fugas, después por supuestos enfrentamientos y finalmente se argumentó que eran terroristas.

Respecto de los presos políticos, relegados y exiliados se justificaron como medidas humanitarias, lo que implicaba que de otra manera habrían muerto o desaparecido. Se llegó al extremo de culpar a los países extranjeros de estas situaciones porque no concedían visas.

Los tratos crueles, inhumanos y degradantes, así como los despidos, exoneraciones y expropiaciones fueron minimizados, comparándolas con los atentados en contra de la vida, la integridad física o la libertad.

La tortura, que era el centro del sistema represivo, no pudo justificarse de ninguna manera y a pesar de que fue el instrumento aplicado más masivamente, se negó totalmente su existencia. Pero la tortura era esencial en la represión ya que los militares le otorgaban el mismo valor que la ametralladora tiene frente a la infantería.

La democracia frente a las violaciones a los derechos humanos.
La clase política civil que combinó las condiciones para reestablecer la democracia no puso ninguna condición, tanto era la apetencia por recuperar el poder.

Ante la opinión pública nacional e internacional, la clase política presentó algunos placebos para calmar la inquietud.

El primer presidente democrático, después de la dictadura, declaró que habría justicia en la medida de lo posible, lo que significaba subordinarse a las exigencias militares ya que Pinochet seguía siendo el jefe de las Fuerzas Armadas.

Verdad versus justicia.
El ofrecimiento se tradujo en otorgar verdad a través de un informe sobre las violaciones a los derechos humanos, el cual aceptaba todas las imposiciones militares: negar la tortura, no referirse al exilio, ni menos a las prisiones. Hasta se aceptó considerar como violaciones a los derechos humanos las muertes de algunos militares ocurridas durante el golpe militar en enfrentamientos.

Así comenzó el proceso de transformaciones del dilema ético esencial en Chile, fue la metamorfosis manipuladora que trató de intercambiar los conceptos para evitar la justicia y garantizar la impunidad:

Metamorfosis de la justicia.
Dilema:
Justicia-impunidad.
Nunca se resolvió este dilema. Se trató por todos los medios de reemplazar la Justicia por una serie de placebos que deberían desplazar la exigencia de justicia. Esta es la metamorfosis de la Justicia.

Primero se pretendió que la verdadera justicia era la aplicación de la ley de amnistía que hace desaparecer el delito y no hay delincuente.
Se reemplazó por
Justicia = amnistía

Después se remplazó la justicia por la verdad, donde la “verdad” era parcial, confusa y relativa, (Informe Rettig, Informe Valech)
Justicia = verdad relativa

Se cambió nuevamente:
Justicia=Reconocimiento
Donde los militares reconocían las violaciones cometidas.

Justicia =Ausencia de información
Los militares declararon que habían perdido toda la información sobre las violaciones a los derechos humanos y no podían colaborar en la búsqueda de justicia.

Justicia =Promesas de futuro
Cuando los militares ofrecieron el “Nunca más”

Justicia = prescripción
Se insistió que los delitos habían sido cometidos hace mucho tiempo por lo cual estaban prescritos, pero las violaciones a los derechos humanos son imprescriptibles.

Justicia = olvido
La derecha política sostuvo que ya había pasado mucho tiempo y era la hora de olvidar.

Justicia = perdón
La Iglesia Católica llamó al perdón, aunque no se cumplía con las condiciones del perdón: la confesión, el arrepentimiento y la reparación.

Justicia = reparación
Se ofrecieron pensiones mínimas a los familiares de ejecutados y detenidos desaparecidos, posteriormente se consideró a los torturados.

Justicia = reconciliación
La derecha insistió en que Chile debía reconciliarse para construir un gran futuro.

Justicia = misericordia
Se insiste en que los violadores a los derechos humanos ya son personas viejas, enfermas y seniles, por lo cual no se puede seguir persiguiéndolos.

Justicia = justicia excepcional
Finalmente, después de más de 20 años de procesos se ha llegado a condenar a 29 violadores de los derechos humanos, para lo cuales se han construido cárceles especiales, que son las mejores de Chile. Siguen en libertad los otros 5000 violadores de los derechos humanos, empezando por el principal responsable: Pinochet.

Justicia = indulto
La última maniobra fue lograr que el Presidente Lagos, en uso de sus atribuciones otorgara un indulto particular a un doble asesino. Lo que generó de inmediato un proyecto de ley para otorgar indultos a todos los violadores de derechos humanos que cumplen condenadas.

Estamos en este peldaño del camino de bajada en el que los principios fueron olvidados y se niega a enfrentar el dilema pendiente: Justicia-impunidad.
Este dilema sólo se resuelve con el razonamiento de Platón. Justicia es darla a cada cual lo que le corresponde: a las víctimas reconocimiento de su dignidad y reparación, a los criminales castigo y publicidad de los hechos,

La esquizofrenia de la Derecha y la clase política.
Un periodista importante ha destacado que la derecha y toda la clase política tienen una actitud totalmente opuesta para enfrentar las violaciones a los derechos humanos y los crímenes comunes o delincuencia. Mientras en el primer caso se ha visto como han bregado para obtener la impunidad total, en le caso de la delincuencia ha tenido la actitud más intransigente, lo que se ha derivado en proponer:
-el restablecimiento de la pena de muerte.
-el aumento de las penas.
-la disminución de la edad de la responsabilidad penal.
-el rechazo a las medidas de rebajas de penas por buen comportamiento o razones humanitarias. El lema es que las penas sean efectivas.
-rechazo a la presunción de inocencia.
-rechazo a las libertades condicionales y provisionales.
- la aplicación irrestricta de la prisión preventiva.
-aumentar las facultades policiales para arrestar y detener.

Como todas estas medidas provocan un atochamiento carcelario, algunos personeros han argumentado que si en una sala viven 20 presos bien pueden vivir 30.

Parece increíble esta esquizofrenia política, por una parte exigiendo perdón, olvido, amnistías, misericordia, indulto en los casos de violaciones a los derechos humanos, que son de una gravedad mayor ya que quien los realiza es el Estado que garantiza y debe respetar los derechos humanos y por el otro lado exige penas severas, completas, sin perdón ni indulto, sin excepciones y en condiciones de encarcelamiento sub humanas.
La razón de fondo es que la derecha no tiene principios, su ética se decide en función de sus intereses políticos y económicos, pragmatismo que ha sido aprendido por la Concertación.

El dilema permanente de Chile.
En la historia de Chile hay muchos casos de revoluciones y guerras civiles que llevaron a situaciones parecidas a la que vive el Chile actual. En el siglo XIX situaciones parecidas hubo en relación a la guerra de la independencia y la restauración colonial, después con la independencia propiamente, la guerra de 1829-30, la revolución de 1851, la de 1859 y la de 1891 hasta el fin de la dictadura de Ibañez en 1931. En toda ellas la solución fue el olvido y las leyes de perdón. La única excepción fueron los castigos en contra de los amotinados de Quillota que había culminado con el asesinato de Portales en 1837. Quizás esta justicia aplicada a estos asesinos fue el factor decisivo en la formación del Estado en Chile.

Casi nunca, como sociedad resolvimos el dilema de justicia-impunidad y con el “nunca más” nos estamos anticipando que en el futuro tendremos el mismo comportamiento.

Quizás por una situación parecida, un amigo del príncipe Hamlet dice: “Something is rotten in the state of Denmark”.

Quizás ahora corresponde decir: Algo está podrido en el Estado de Chile.


20050919

2 comments:

Anonymous said...

Excelente artículo, que complementa muy bien los relatos de Sapiains y Narbona.
Felicitaciones al profesor Orellana.

Anonymous said...

Me parece una verdadera caca